En 2011, Somalia experimentó una devastadora hambruna que se cobró la vida de más de 250 000 personas, la mitad de ellas menores de cinco años. A pesar de las repetidas señales que alertaban de una crisis inminente, la comunidad internacional no actuó a tiempo. Sin embargo, poco más de una década después, las y los líderes mundiales vuelven a tomar medidas insuficientes y tardías para evitar una catástrofe alimentaria en África Oriental.