En el antes tranquilo municipio de Casiguran, en Filipinas, se ha establecido ahora una zona económica especial por parte de una poderosa dinastía local. Además de estar prevista la construcción de un puerto de carga, ya se está construyendo una pista de aterrizaje y existen planes para el desarrollo de la industria turística en la zona. Y todo esto bajo el pretexto de llevar el desarrollo económico a una de las 20 provincias más pobres de Filipinas. ¿A qué suena bien?
Sin embargo, el proyecto ha estado rodeado de polémica desde sus inicios.
Desde el año 2007, miles de personas se han manifestado en contra de este proyecto, denominado APECO. Los estudios realizados indican que a causa del mismo se han violado los derechos fundamentales de familias que viven de la agricultura y de la pesca, así como de comunidades indígenas, que se han visto despojadas de sus tierras, de sus medios de vida y de vínculos ancestrales preservados durante generaciones. El proyecto representa, además, una grave amenaza para el medio ambiente.
Varios cientos de familias que viven de la pesca se han visto obligadas a abandonar sus hogares para dar paso a la construcción de una pista aérea cercana al golfo de Casiguran, un caladero de pesca de vital importancia.
La historia de Enrico
Enrico (derecha) es un agricultor que no dispone de su propia tierra, a pesar de que tiene un contrato de arrendamiento. Ahora teme que no sea renovado en 2014 debido a la presencia de APECO. Si esto sucede, su familia será desalojada de la tierra que ha cultivado durante toda su vida.
"Tengo miedo de que nos obliguen a marcharnos y tengamos que abandonar la tierra que hemos trabajado con tanto esfuerzo...", cuenta, "todos tenemos miedo de que nos quiten nuestras tierras porque gracias a ellas conseguimos todo lo que necesitamos diariamente y podemos pagar la educación de nuestros hijos e hijas. Sin nuestras tierras, no podrían ir a la escuela".
El caso de Manny
Manny (arriba) vive con su mujer, sus hijos y sus nietos. Es agricultor y cultiva una tierra arrendada desde la década de los setenta. Su padre y él, junto a otras familias agricultoras de la zona, despejaron una zona de denso bosque para poder cultivar.
Pese a tener un acuerdo de arrendamiento con los dueños de la tierra en la que vive, Manny se llevó toda una sorpresa al enterarse de que ésta había sido vendida a APECO el pasado año.
El contrato de compra no menciona que la tierra estuviera arrendada, por lo que, según APECO, Manny no puede ser reconocido como arrendatario y, por tanto, no tiene derecho a hacer ninguna reclamación. Ahora, teme ser desalojado de sus tierras en cualquier momento. Si esto sucede, su familia no tendría a donde ir.
"Así es como nos ganamos la vida, y de esta forma podemos enviar a nuestros niños a la escuela", dice Manny. "Si nos quitan la tierra, nos quitan nuestra fuente de ingresos; nuestra fuente de vida... Si nos obligan a marcharnos, es como si APECO nos quitara la vida".
El papel del Banco Mundial
Los casos de Manny y de Enrico nos recuerdan que debemos luchar de manera urgente por lograr mejores normas internacionales que regulen las grandes adquisiciones de tierra. Cada seis días, bancos e inversores privados compran áreas de tierra del tamaño de Londres.
El Banco Mundial ejerce una importante influencia en la forma en la que la tierra se compra y se vende a nivel mundial. Tal y como ha reconocido recientemente, el Banco puede jugar un papel de vital importancia a la hora de frenar el injusto fenómeno del acaparamiento de tierras. Ahora, justo antes de que se celebren las reuniones anuales de primavera del Banco Mundial, debemos animar al Banco a que actúe. Hagámosles saber que el mundo les observa.
Se han utilizado nombres ficticios.