Sobre CRECE

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Todo está conectado: los precios de los alimentos y del combustible, el cambio climático, la desigualdad de género, el acaparamiento de tierras... Todas estas problemáticas, combinadas, dan lugar a un sistema dominado por unos pocos pero poderosos Gobiernos y empresas. Necesitamos cambiar nuestra forma de pensar e idear formas para hacer realidad la promesa de un futuro mejor para todos y no solo para unos pocos.

La pérdida de cosechas, a menudo consecuencia del cambio climático, afecta negativamente a los precios de los alimentos.
Las estrategias, para impulsar la producción de biocombustibles carecen de visión de futuro y solo sirven para llenar  con alimentos  depósito de coches en lugar de llenar platos de comida.

Los mercados de materias primas disfuncionales hacen que los precios de los alimentos se encarezcan más y más rápido de lo que deberían. Y son las personas pobres las que sufren las dolorosas consecuencias de todo esto: los padres se ven obligados a elegir entre alimentar a sus hijos e hijas o alimentarse ellos mismos.

Alimentos y cambio climático

A medida que la temperatura de la Tierra aumenta, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más graves y frecuentes. El aumento de las temperaturas provocará una disminución de las cosechas; en algunos países africanos incluso a la mitad de los niveles actuales. Los cambios en las estaciones harán que resulte más difícil para los agricultores saber cuándo sembrar, cuándo cultivar y cuándo cosechar. En definitiva, impedirá que cultiven alimentos suficientes para alimentarse y ganarse la vida. Para las familias agricultoras, salir adelante es cada vez más difícil y casi mil millones de las personas más pobres del mundo –quienes apenas han contribuido al cambio climático– tienen cada vez más dificultades para alimentar a sus familias.

Un tiempo meteorológico y unas estaciones cada vez más impredecibles están cambiando lo que los agricultores pueden cultivar y sumiendo a más personas en el hambre. Los precios de los alimentos se incrementan y su calidad es cada vez menor. Pronto, el cambio climático afectará también a los alimentos que todos nosotros  comemos. Por este motivo exigimos a Gobiernos y empresas que reduzcan sus emisiones para ayudar a los agricultores a hacer frente a los cambios en el clima y, así, garantizar que todos y todas tengamos siempre que comer. Para impedir que el cambio climático provoque más hambre  necesitamos un acuerdo global sobre un clima justo que mantenga el calentamiento global por debajo de los 2ºC y, así, podamos evitar las catastróficas consecuencias del cambio climático. No lo conseguiremos de ninguna otra forma.

Acaparamiento de tierras

Los inversores en busca de terrenos en los que cultivar alimentos para la exportación, la producción de combustibles o, simplemente, obtener beneficios, han provocado que la demanda de tierra se dispare. Sin embargo, muchas familias pobres cultivan alimentos en tierra que es vendida como "sin usar" o "sin desarrollar". A menudo, son desalojadas de sus tierras sin recibir compensación alguna e incluso, muchas veces, se contrata a matones para expulsarlas por la fuerza. Estas tierras se han llegado a vender a tan sólo 2,5 céntimos la hectárea como, por ejemplo, en Sudán del Sur.

Pero controlar el acaparamiento de tierras es posible. Ya lo hemos logrado en alguna ocasión. Para ello, es necesario tomar medidas globales eficaces. Los Gobiernos deben proporcionar a los agricultores a pequeña escala acceso seguro a la tierra, especialmente a las mujeres quienes realizan la mayor parte de la labor de cultivo  y que, sin embargo, se enfrentan a grandes dificultades para poder reclamar su propiedad. Es necesario reflexionar seriamente acerca de las estrategias para impulsar la producción de biocombustibles. Toda estrategia  cuyo objetivo sea utilizar alimentos para llenar el depósito de un coche en lugar de plato de comida, obviamente, no funciona. Es necesario invertir en las comunidades en situación de exclusión y no solamente pensar en los márgenes de beneficio de las inversiones.

Apoyo a la agricultura a pequeña escala

Las cosechas se ven mermadas porque la tierra solo puede producir una cantidad determinada de alimentos, sin importar cuánto fertilizante le eches. Todo ese fertilizante tiene una enorme huella de carbono. Y, sin embargo, 500.000 agricultores y agricultoras a pequeña escala de todo el mundo contribuyen a llenar de comida los platos de 2.000 millones de personas –uno de cada tres habitantes de la Tierra– sin causar daños al planeta. Irónicamente, estas son la gran mayoría de las personas que padecen hambre.

Brindando apoyo a los agricultores y agricultoras a pequeña escala a través de técnicas sostenibles, podemos contribuir a la producción de alimentos suficientes para alimentar a la creciente población del planeta sin contribuir al cambio climático.

Desafiar al sector privado

Aunque el sistema alimentario es complejo y los problemas que lo aquejan tienen múltiples facetas, sabemos que las empresas de alimentación y bebidas más grandes del mundo tienen una enorme influencia. Sus políticas determinan cómo se producen los alimentos, la forma en la que los recursos se utilizan y cómo se reparten los beneficios entre los millones de personas en situación de exclusión al final de sus cadenas de suministro. La campaña Tras la marca de CRECE se centra en las principales empresas de alimentación y bebidas del mundo, evalúa sus políticas en función de unos estándares clave y apela a sus consumidores y consumidoras, animándolas a que compitan entre sí para, en última instancia, mejorar las políticas del sector privado. Su objetivo también es proporcionar a los consumidores y consumidoras de las conocidas marcas que estas empresas producen la información necesaria para que puedan exigirles que rindan cuentas sobre todo aquello que sucede en sus cadenas de suministro. 

Únete: juntos podemos ganar la lucha contra el hambre