El coronavirus nos amenaza a todos, pero se ensaña con las personas más vulnerables. Casi 3 000 millones de personas en todo el mundo en desarrollo no tienen acceso a agua potable, y muchos millones más no tienen acceso a servicios adecuados de atención médica y viven en barrios marginales abarrotados o en campamentos para personas refugiadas donde el aislamiento social es imposible.
La pandemia ha causado un sufrimiento generalizado en los países ricos, saturando algunos de los mejores sistemas de atención médica del mundo. Con la propagación del virus a muchos países con altos niveles de pobreza y desigualdad, su impacto podría ser catastrófico y afectar de manera desproporcionada a las mujeres.
Un golpe devastador para las personas en situación de pobreza
A Oxfam le preocupa enormemente que el coronavirus se establezca en países en desarrollo y aquellos en mayor situación de pobreza, con sistemas públicos más frágiles y en los que la población ya sufre la falta de una atención médica adecuada o asequible, la inseguridad alimentaria y altas tasas de malnutrición.
“Este virus nos matará de hambre antes de enfermarnos.”
En esos países, muchas personas viven en asentamientos urbanos informales o barrios marginales en condiciones de hacinamiento y de saneamiento deficiente.Todo ello supone un desafío adicional para el distanciamiento social, el lavado de manos y el rastreo de los casos para evitar que el virus continúe propagándose.
Trust Mugwagwa, ingeniero de salud pública de Oxfam, ayuda al voluntariado local a distribuir agua en los suburbios de Harare. El suministro de agua potable sigue siendo un desafío en Zimbabue, lo que aumenta el riesgo de enfermedades y malnutrición. Solo el 49,4 % de los puntos de agua de todo el país están en pleno funcionamiento. Foto: Tavonga Chikwaya/Oxfam
La mitad de la población mundial no tiene acceso a atención médica básica. En Malawi solo hay 25 camas de cuidados intensivos y siete respiradores para más de 18 millones de personas. En Zambia solo hay un médico para 10 000 personas.
Sin embargo, en este momento, en lugar de invertir cada dólar en el refuerzo de sus sistemas de salud para defenderse de la embestida del virus, estos países se ven obligados a destinar sus preciados recursos al pago de la deuda externa, estimada en al menos 400 000 millones de dólares solo para 2020.
Seguridad inalcanzable
Las desigualdades existentes dictan el impacto económico de la crisis. En todo el mundo, 2 000 millones de personas trabajan en el sector informal sin acceso a prestaciones por enfermedad, la mayoría en países con mayor situación de pobreza.
Es probable que el impacto del virus sea mucho mayor para las personas en situación de pobreza, aquellas que pertenecen al sector informal y las que trabajan por un sueldo diario (muchas de las cuales son mujeres), pues carecen de protección financiera y social y están menos capacitadas para hacer frente a la pérdida de ingresos y al aumento de los precios de los alimentos y otros artículos de primera necesidad.
En muchos países, los mercados se han visto afectados y las cuarentenas comunitarias han provocado pérdidas de ingresos. Millones de trabajadoras y trabajadores se han visto forzados a quedarse en casa sin cobrar. Otras personas que desempeñan los trabajos peor remunerados y con mayor inseguridad no pueden aislarse de este virus mortal.
500 millones de personas en riesgo de pobreza
• Entre el 6% y el 8% de la población mundial podría verse sumida en la pobreza por el paro de las actividades económicas impuesto por los Gobiernos para controlar la propagación del virus.
• Esto podría suponer un retroceso de una década en la lucha contra la pobreza, y de hasta 30 años en algunas regiones como África subsahariana y Oriente Próximo.
• Las Naciones Unidas estiman que la crisis podría destruir cerca de la mitad de los empleos en África.
• Más de la mitad de la población mundial podría vivir en condiciones de pobreza tras la pandemia.
Las mujeres en la primera línea
Las mujeres serán las más afectadas, ya que constituyen el 70% de la fuerza laboral en el sector de la salud en todo el mundo y se ocupan del 75% del trabajo de cuidados no remunerado, lo que incluye el cuidado de los hijos, de las personas enfermas y de las personas mayores. A su vez, las mujeres tienen más probabilidades de tener empleos precarios y mal remunerados, que además son los más amenazados por la crisis. Con lo cual, se verán afectadas de manera desproporcionada por la crisis económica.
Además, sabemos que la violencia de género aumenta en tiempos de crisis. Durante las cuarentenas o confinamientos comunitarios, es probable que aumente la incidencia de la violencia doméstica, la violación conyugal y otras formas de violencia de género, situaciones ante las que las mujeres pueden verse atrapadas y sin recursos para denunciar y obtener ayuda.
Una enorme amenaza para la vida en las zonas de conflicto
Los países en conflicto o que atraviesan una crisis humanitaria son especialmente vulnerables. Los desplazamientos, el hacinamiento en los campamentos y asentamientos urbanos informales y la falta de agua potable y de instalaciones sanitarias crean una tormenta perfecta de condiciones que podrían propagar el coronavirus a un gran número de personas consideradas como grupo de alto riesgo.
“El número de personas fallecidas en todo el mundo está aumentando, pero solo será la punta del iceberg si el virus se propaga a las comunidades más vulnerables del mundo.”
El virus podría ser catastrófico para las personas y lugares afectados por los conflictos como Yemen, Siria y Sudán del Sur, que ya se enfrentan a la malnutrición y a enfermedades como el cólera.
Millones de personas en países de toda África sufren ya una grave escasez crónica de alimentos y se verán igualmente afectadas por la enfermedad y las restricciones necesarias para hacer frente al virus.
Hasta 250 personas comparten un solo punto de agua
Lo que más nos preocupa son los casos de los campamentos superpoblados de personas refugiadas o desplazadas, donde el distanciamiento social es imposible, la atención médica es prácticamente inexistente y apenas hay agua limpia para que la gente se lave las manos.
Es evidente que los estándares de los campamentos para personas refugiadas no se diseñaron para hacer frente a una pandemia mundial. Sus habitantes comparten un solo punto de abastecimiento de agua entre hasta 250 personas, y muchos disponen de menos de 3,5 metros cuadrados de espacio vital por persona, lo que hará extremadamente difícil contener un brote de coronavirus.
El extenso campamento para personas refugiadas rohinyá de Cox's Bazar, en Bangladesh, está gravemente superpoblado, con 40 000 personas por km2. La malnutrición y las enfermedades como la disentería, el cólera y la fiebre tifoidea constituyen ya de por sí un alto riesgo, socavando la salud de estas comunidades. Foto: Abbie Trayler-Smith/Oxfam
En algunos casos, ni siquiera se cumplen estos requisitos mínimos. El campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, se construyó para 3 000 personas, pero ahora alberga a casi 20 000. Hasta 160 personas usan la misma sucia letrina y más de 500, la misma ducha. En algunas zonas del campamento, 325 personas comparten un solo punto de abastecimiento de agua y no tienen jabón.
Nadie está seguro hasta que todo el mundo lo esté
La pandemia del coronavirus explota duramente nuestro mundo, marcado por la desigualdad. Mientras las personas más ricas del mundo tienen acceso a la atención médica y al dinero necesario para salir adelante, la mayor parte de la humanidad se enfrenta a esta crisis sin ninguno de estos recursos. Una de cada dos personas en el mundo lucha cada día por sobrevivir. Para las personas en situación de pobreza, la enfermedad puede ser una sentencia de muerte.
“Si no se toman medidas urgentes, ambiciosas e históricas, podríamos asistir fácilmente a la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.”
Tenemos que actuar ahora y a una escala nunca vista hasta ahora
Sabemos que solo una intervención política conjunta de carácter ambicioso y a gran escala por parte de nuestros Gobiernos permitirá superar esta crisis. Tenemos que presionar a nuestros líderes para que adopten medidas decisivas y audaces.
Deben poner en marcha un plan global de salud pública de emergencia para salvar vidas, así como el mayor paquete de medidas de estímulo económico de la historia para ayudar a las familias a superar esta crisis.
Estamos juntos en esta crisis. Para vencer la pandemia y evitar dañar las vidas de miles de millones de personas tenemos que actuar en todos los países y al servicio de todas las personas. Ayudar a unas y no a otras no es una opción, y estaríamos agravando el riesgo para todas y todos.
Exigimos que la vacuna sea gratuita para todo el mundo
Mientras cada uno de nosotros pone de su parte para prevenir la transmisión del coronavirus, los investigadores e investigadoras se apresuran a encontrar lo único que nos protegerá a todos a largo plazo: una vacuna.
Cuando se encuentre, no debe reservarse para los pocos privilegiados que tendrán los medios para protegerse. La vacuna debe ser gratuita y distribuirse equitativamente a todos los habitantes del planeta. Di a las y los líderes mundiales que no podemos poner precio a la inmunidad mundial.