Cambio climático en Burkina Faso: luchando contra viento y marea

Noaga Ouèda, agricultora de 52 años, vive con sus 8 hijos y otros 17 familiares en la comunidad de Kario, Burkina Faso.

El cambio climático está  íntimamente ligado a la desigualdad económica: Las personas más pobres del planeta no sólo son quienes menos han contribuido a provocarlo, sino que suelen ser las más vulnerables ante sus efectos y las menos preparadas para hacerles frente. Y las mujeres están entre la población más vulnerable, ya que son las que se encargan de abastecer a sus familias y cuentan con menos medios a los que recurrir en las épocas difíciles.

En Burkina Faso el 80% de la población vive de la agricultura y la ganadería. En uno de los países más pobres del mundo, los efectos del cambio climático provocan más hambre y amenazan la subsistencia de sus habitantes. En Oxfam trabajamos para que más de 31.000 familias tengan acceso a alimentación, agua potable e información preventiva ante un clima cada vez más extremo.

Conoce sus historias.

Fati  Marmoussa “Gracias a las formaciones, ahora tenemos salud.”

Fati Marmoussa (de pie con su hijo) asiste junto con otras mujeres a un taller para prevenir la malnutrición organizado por Oxfam y ATAD.Fati Marmoussa (de pie con su hijo) asiste junto con otras mujeres a un taller para prevenir la malnutrición organizado por Oxfam y ATAD.

El clima extremo que azota Burkina Faso ha afectado a los campos de sorgo y maíz en los que Fati trabaja a diario. Cada vez tiene más dificultades para dar a sus hijos la comida que necesitan para crecer sanos. 

Fati participa en los talleres que Oxfam organiza para prevenir la malnutrición infantil en Tafgo, uno de los pueblos más grandes de la comuna de Tougouri y de los pocos que cuenta con un centro médico. Gracias a las formaciones, Fati ha aprendido a cocinar la harina para que ésta se convierta en un alimento nutritivo y no solo lo cocine para poder saciar el hambre. Además, ahora conoce los consejos y las medidas de higiene que puede tomar para evitar enfermedades: “He cambiado de comportamiento respecto a la alimentación de mi familia. Para las comidas cubro los platos y no dejo la comida en cualquier sitio, ni el agua tampoco. Gracias a las formaciones, tenemos salud. “

Noaga Ouèda “Ahora ya no enfermamos. Con esta agua, estamos sanos”.

Noaga Ouèda (derecha) junto con otras mujeres de su comunidad recogiendo agua potable de un grifo que se alimenta de la torre de agua que han instalado en su comunidad y que funciona con energía solar. Noaga Ouèda (derecha) junto con otras mujeres de su comunidad recogiendo agua potable de un grifo que se alimenta de la torre de agua que han instalado en su comunidad y que funciona con energía solar. 

La vida de Noaga cambió cuando en su pueblo instalaron una torre de agua. Gracias a la torre, ella y todas las familias de su pueblo y de los pueblos vecinos pueden tener acceso a agua limpia para beber y cocinar. Hasta entonces, las mujeres y los niños iban a buscar agua en un pozo improvisado que habían cavado los hombres cerca de un estanque, pero el consumo de esta agua contaminada provocaba enfermedades: “Corríamos muchos riesgos bebiendo el agua del estanque porque incluso la gente defecaba en ella, y nosotros bebíamos esa agua”. 

De todas maneras, Noaga, que vive de los alimentos que cultiva en el campo, cosecha mucho menos porque está a merced del tiempo “Como hay menos lluvia que años atrás, sufrimos mucho. Antes, no conocíamos el hambre, pero ahora, estamos obligados a racionar el to (harina) para poder darlo a nuestros hijos”. 

Pascaline Sawadogo  “Estas semillas nos han cambiado la vida.”

Pascaline, de 59 años, cortando gombo.Pascaline vive en Nioko, un pequeño pueblo rural de la commune de Pissila, en la región del centro-norte de Burkina Faso.

Pascaline tiene 59 años y dedica todo el día a trabajar en el campo. Nació en una familia de agricultores y tuvo siete hijos que emigraron a Costa de Marfil en busca de una vida mejor. Vive de un pequeño huerto que no da alimentos suficientes como para subsistir hasta la siguiente cosecha. Entonces pasa hambre. Desde hace unos años lo pasa mucho peor, porque la época seca es aún más larga y las lluvias son más escasas pero más intensas e impredecibles, y eso supone más meses sin alimentos para comer. 

Desde Oxfam distribuimos semillas de mijo, sorgo y niembé más resistentes y que maduran rápido aunque llueva poco. Así, campesinos y campesinas como Pascaline pueden contar con una cosecha más al año y podrán alimentarse a pesar de las sequías.

Nabonswendé Sawadogo “No pasa un día sin que la gente me pregunte sobre el clima.”

Nabonswendé junto a su hijos escuchando la información meteorológica por la radioNabonswendé junto a su hijos escuchando la información meteorológica por la radio.

En julio del 2010, el pueblo de Nabonswendé sufrió unas terribles inundaciones: “El agua llegó de forma violenta que inundó los campos y se llevó por delante casas, graneros e incluso el ganado. Huimos con los niños, no pudimos llevarnos nuestras cosas. Nos alojábamos en la escuela o en los pueblos vecinos. Desde ese momento, la gente no sabía qué hacer para sobrevivir”.

Ahora, Nabonswendé forma parte del Comité de Alerta Temprana. Cada día a las 20h enciende la radio para escuchar las previsiones meteorológicas de los próximos días y conocer los mejores consejos para trabajar el campo en función de las previsiones. La información que le llega le permite saber qué tipo de semillas plantar y cuándo para que sus cosechas no se echen a perder si la temporada de lluvias es más corta de lo habitual, como viene ocurriendo en los últimos años.  Junto con cuatro personas más del comité se encarga de transmitir esta información para que la gente de su pueblo pueda tomar precauciones. 

 

Fotografías: Pablo Tosco/Oxfam