Al estallido de un conflicto o una crisis, le siguen el desplazamiento de personas, el hambre y la pobreza. A menudo, los derechos de las mujeres son las primeras víctimas. Cuando huyen de un conflicto y se asientan en campos de refugiados, las mujeres son muy vulnerables ante cualquier forma de violencia. Se enfrentan a la explotación, el acoso sexual y la violación, a la amenaza del matrimonio infantil o concertado por dinero, o se ven obligadas a recurrir al sexo para poder cubrir sus necesidades básicas de alimento, refugio y desplazamiento.
Mujeres en primera línea
Una de cada cinco mujeres refugiadas o desplazadas en emergencias humanitarias sufre violencia sexual.
En Yemen, tres millones de mujeres y niñas corren el riesgo de padecer violencia de género.
Las niñas de países afectados por conflictos tienen 2,5 veces más probabilidades de no estar escolarizadas que otras niñas.
Una adolescente en Sudán del Sur tiene tres veces más posibilidades de morir durante el parto que de terminar la escuela primaria.
El 60% de las muertes maternas prevenibles se dan en situaciones de desplazamiento o conflicto.
Siria
En Siria, los derechos de las mujeres ya estaban amenazados antes de que estallara el actual conflicto. Entre 2001 y 2011, la mano de obra femenina se redujo a la mitad, y la discriminación y la estigmatización de las mujeres eran algo habitual. Desde entonces, sus derechos y libertades civiles se han visto menoscabados aún más.
A pesar de ello, casi uno de cada tres hogares sirios está encabezado por mujeres. Tanto si son refugiadas en otros países (a menudo sin derecho a trabajar) o desplazadas internas, como si finalmente han podido regresar a sus casas, las mujeres sirias tienen grandes dificultades para salir adelante.
Wadha* y su familia huyeron de su pueblo en la zona rural de Deir Ez-Zor hace cuatro años, después de que fuera tomado por combatientes del Estado Islámico. Creían que podrían volver a casa al cabo de unas semanas, pero pasaron años hasta que consiguieron regresar. Entonces se dieron cuenta de que sus medios de vida habían desaparecido. Wadha tenía dificultades para alimentar a su familia, a veces teniendo incluso que recolectar hierbas para poder comer. Ahora, la iniciativa de "dinero por trabajo" de Oxfam le permite comprar comida para alimentar a su familia.
Nuestro programa en Siria tiene un enfoque holístico para fomentar el empoderamiento de las mujeres, proporcionándoles oportunidades para acceder a servicios y ejercer sus derechos, y cuestionar normas de género nocivas.
Desde Oxfam también realizamos labores de incidencia política para promover la inclusión de las mujeres en el proceso de paz.
Burkina Faso
En Burkina Faso, hay una constante atmósfera de inseguridad. Los asesinatos, los secuestros, el bandidaje, los ataques y la violencia psicológica suponen una amenaza muy real.
"Desde que atacaron el pueblo, vivo aterrorizada y no duermo por las noches. Estoy traumatizada. El miedo nunca me abandona. Mi pobre madre ya no sale de casa y dice que jamás regresará ".
Para las casi 800 000 personas desplazadas internas, el simple hecho de encontrar agua potable es un reto diario. Las mujeres y las niñas se encuentran en situación de especial riesgo. Además, el número de hogares encabezados por mujeres que no reciben apoyo en el país está incrementando.
Fatoumata* huyó de su pueblo junto a sus cinco hijos cuando llegaron grupos armados y se hicieron con el control. Antes, vivía de su ganado y durante la temporada seca también cultivaba hierbas y tomates. Su hogar está a apenas unos kilómetros del campo para personas desplazadas de Pisalla, donde vive ahora. Una vez trató de volver para recoger algunas herramientas, pero solo encontró violencia. Miembros de los grupos armados dieron una paliza a su madre, delante de ella.
Yemen
En Yemen, dos tercios de la población no saben cómo conseguirán su próxima comida. Viven a diario bajo la amenaza del conflicto, las enfermedades y el hambre. Para las mujeres yemeníes (que constituyen el 76% de las personas desplazadas internas en el país), estas son amenazas añadidas a las que ya sufren de por sí.
Las mujeres, las niñas y los niños representan gran parte de las víctimas civiles. Tan solo durante los primeros dos años del conflicto, los incidentes de violencia de género se incrementaron en un 63%. Antes de la guerra, pocas mujeres trabajaban. Ahora, casi un tercio de los hogares de personas desplazadas están encabezados por mujeres (el 21% de los cuales por mujeres menores de 18 años). La mayoría carece de los recursos necesarios para mantener a su familia. En algunos casos se ven obligadas a recurrir a medidas desesperadas para conseguir alimentos.
Sudán del Sur
En Sudán del Sur, millones de personas continúan viviendo desplazadas de sus hogares y millones más están al borde de la hambruna. Durante la guerra, la violencia sexual (violaciones, mutilaciones y torturas) era un arma habitual. El 65% de las mujeres y las niñas de Sudán del Sur ha experimentado violencia sexual y/o física; el doble del promedio mundial. Sudán del Sur es uno de los lugares más peligrosos del mundo para las mujeres.
"Algún día quiero ser dirigente. Quiero ser reina, una reina fuerte. Ahora mismo, jugar a la comba me hace sentir fuerte. Por eso me encanta y quiero que me fotografíen haciéndolo".
Para las niñas que desean estudiar, Sudán del Sur, donde el 73% de las niñas están sin escolarizar, es uno de los peores lugares en los que vivir. El matrimonio es el principal motivo de abandono escolar entre las niñas. Años de conflicto y pobreza han provocado que el índice de matrimonio infantil se dispare, puesto que muchas familias casan a sus hijas por la dote y, así, poder sobrevivir. En Nyal, el pueblo donde vive Mary, Oxfam concluyó que el índice de matrimonio infantil era del 71%. El 10% de las niñas se casaba antes de cumplir los 15 años, algunas incluso con apenas 12 años.
La educación es una poderosa arma para transformar estereotipos y normas de género. Pero en Sudán del Sur, ir a la escuela es demasiado caro o peligroso para muchas niñas. Desde Oxfam proporcionamos materiales educativos y ayudamos a construir escuelas tanto para niñas y niños como para personas adultas.
Mujeres liderando la construcción de la paz
Si las normas culturales dicen que jamás deberías salir de casa sola, incluso para ver a un médico (que seguramente sea un hombre) o asistir a una clase sobre higiene, ¿qué esperanza puedes tener de que tu voz sea escuchada en conversaciones dirigidas a lograr mejoras?
Sin embargo, las investigaciones demuestran que la igualdad de género es el mejor indicador para lograr la paz. Si las mujeres participan en los procesos de paz, hay un 35% más de probabilidades de que esta dure al menos 15 años.
Desde Oxfam trabajamos con personas, comunidades, organizaciones de la sociedad civil y Gobiernos en todo el mundo para impulsar un cambio que transforme las vidas de las mujeres. Defendemos que las mujeres tengan derecho a poder defender sus propios derechos.
*Nombres ficticios